“Durante 7 años de mi vida estaba dedicada al 100% en convertirme en surfista profesional. Desde que me levantaba hasta que me iba a dormir estaba centrada en ser campeona del mundo de surf. Nada me importaba más que eso”.
Así se presentaba Carmen Greentree ante un auditorio para relatar lo que fue el episodio más traumático que vivió a lo largo de su vida.
Así lo reseña infobae
Durante ese tiempo se entrenó junto a la multicampeona Stephanie Gilmore (ganadora del ASP World Tour en siete ocasiones) y compitió alrededor del mundo. Sin embargo, su sueño se vio frustrado al no poder ingresar al Tour del Campeonato Mundial Femenino en 2003.
Fue en ese entonces, con 22 años, cuando decidió tomarse un año sabático para encontrarse a sí misma. Para ello viajó a la India con la intención de realizar un curso en la capilla del Dalai Lama en Dharamshala, ciudad situada en medio de las montañas del Himalaya, sin siquiera imaginar que ese 2004 iba a quedar marcado a fuego en ella pero por una razón totalmente diferente. Desde Sídney a Nueva Dheli. Todo marchaba como lo esperaba hasta que conoció a Rafiq Ahmad Dundoo, un residente indio que le ofreció viajar a Srinagar, Jammu y Cachemira en avión para que su arribo a Dharamshala sea menos estresante.
Ella tenía planeado hacer el recorrido en 14 horas en autobús, detalló el medio local “Opindia”. Finalmente aceptó esa ayuda y el 27 de mayo del 2004 comenzó su calvario, cuando este estafador, disfrazado de operador turístico del gobierno, le pidió que pasara la noche en su barco antes de partir rumbo a su destino, ya que Cachemira era un lugar peligroso para mujeres que viajaban solas. Así que ella accedió a ir a su casa flotante el YH Sunbeam en Dal Lake.
Esa noche se terminó transformando en dos meses de terror. Inicialmente la australiana intentó defenderse y cada vez que trataba escapar recibía golpes por parte de su agresor. “Y a la que me rendí, fue la primera vez que me violó, pero es que estaba cansada,no podía pelear más y sabía que no iba a detenerse”, reveló.
“Perdí la cuenta de las veces que me violó. Lo he bloqueado tanto que ya no recuerdo la mayoría de los ataques”, agregó Greentree ante la atenta mirada de los periodistas australianos que habían concurrido a la presentación de su libro: “A Dangerous Pursuit of Happiness” (Una peligrosa búsqueda de la felicidad). “El peor sentimiento fue cuando me rendí y dejé que tomara lo que quería”, aseguró.
“Estaba completamente rota, ya ni siquiera era yo. Existía como un caparazón en mí”, explicó la ex surfista 16 años después. “Era un hombre sin escrúpulos morales y claramente no le importaba. Me mostró que tenía la intención de hacerme daño y no sintió ni una pizca de culpa por lo que me estaba haciendo”. “Con 22 años me secuestraron 2 meses, con incontables violaciones”, resumió Greentree, al mismo tiempo que detallaba que en las veces que quiso escapar, su violador le advertía que era una zona militarizada y que en el caso de encontrarla podrían dispararle sin preguntar. Además ella sabía que “si me atrapaba huyendo, me haría cosas peores”.
“Pensé que jamás escaparía de ese bote, que moriría allí de una u otra manera”. Completamente cansada física y emocionalmente, se resignó a “vivir” en ese lugar junto a Dundoo, sus dos hermanos, sus padres y su mujer con el niño. También la obligaron a lucir la vestimenta de una musulmana, a comer con ellos, a rezar cinco veces al día y ayudar a las mujeres a cocinar, limpiar y lavar. Incluso se le entregó una copia del Corán traducida al inglés.
Afortunadamente, el secuestrador iba a cometer un error en su macabro accionar que le terminó arruinando todos sus planes. Cegado por la avaricia, hizo que Greentree llamara a sus familiares para pedir dinero y, tras la preocupación de una de sus amigas por no tener noticias de ella, las autoridades pudieron localizarla de forma inmediata. La policía llegó al barco, la rescató y detuvo a Rafiq Ahmad Dundoo, junto a su hermano Shabir Ahmad Dundoo. Sin embargo, tras pasar seis meses en prisión fueron liberados ya que la ex surfista nunca pudo regresar a la India para testificar. “Escribí mi libro para mostrar cómo aprendí y cómo me curé. Quiero que la gente lo lea y espero que puedan crear una buena vida independientemente de lo que haya sucedido”, reflexionó Carmen Greentree, ya casada y con tres hijos al sur de Sídney. “Estoy segura de que hay más, pero tendrán miedo de dar el paso. Creo que muchos de nosotros hemos pasado por nuestras propias experiencias trágicas y, a veces, no creemos que podamos sanar”, concluyó.
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